154. TEMPESTAD (TEMPEST)


Con casi 14 minutos de duración, “Tempest” is épica –45 estrofas (sin coro) acerca del hundimiento del Titanic, puestos en una melodía irlandesa con acordeón y violín. (Revista Rolling Stone)

TEMPESTAD (TEMPEST)

La pálida luna ascendió en su gloria
Allá en la ciudad del oeste
Y contó una triste, triste historia
Del gran barco que se hundió.

Era el 14 de abril
Sobre las aguas ella viajó
Navegando hacia el mañana
Hacia una edad dorada predicha.

La noche brillaba con la luz de la estrellas
Los mares estaban agitados y despejados
Moviéndose a través de las sombras
La hora prometida estaba cerca.

Las luces se mantenían constantes
Deslizándose sobre la espuma
Todos los caballeros y damas
Se dirigían a su destino eterno.

Los candelabros se balanceaban
Desde las barandillas superiores
La orquesta estaba tocando
Canciones de amor marchito.

El vigilante yace soñando
En tanto los bailarines hacen piruetas
Soñaba que el Titanic se hundía
En las profundidades.

Leo tomó su bloc de dibujos
Siempre estaba llano a hacerlo
Cerró sus ojos y pintó
El escenario en su mente.

Cupido atravesó su pecho
Y lo rompió con un chasquido
Había una mujer muy cerca
Cayó en su regazo.

Escuchó un ruidoso alboroto
Algo marchaba mal
Su espíritu interior le decía
Que no podía quedarse más aquí.

Escaló hasta el castillo de popa
Ahora no había tiempo para dormir
Agua en el castillo de popa
Y con tres pies de profundidad.

La chimenea se inclina de lado a lado
Pesados pies comienzan a golpear
Caminan hacia el remolino
Con el cielo girando a 360 grados.

El barco se iba a pique
El universo se abrió de par en par
Se pasó lista en el más allá
Los ángeles se hicieron a un lado.

Las luces en el pasillo
Parpadeaban tenues y sin brillo
Cuerpos muertos ya flotaban
En el casco de doble fondo.

Las máquinas luego explotaron
Las hélices fallaron en ponerse en marcha
Las calderas se sobrecargaron
La proa se partió en dos.

Los pasajeros volaban
Hacia atrás, hacia adelante, lejos y rápido
Mascullaban, forcejeaban, tropezaban
Cada uno más pesadamente que el último.

El velo se hizo pedazos
Entre las horas doce y una
Ningún cambio, ningún milagro repentino
Podía deshacer lo que ya estaba consumado.

El vigilante yace ahí soñando
A cuarenta y cinco grados
Soñaba que el Titanic se hundía
Cayendo de rodillas.

Wellington estaba durmiendo
Su cama comenzó a deslizarse
Su corazón valiente estaba latiendo
Empujó las mesas a un lado.

Vasos de cristal destrozado
Yacen dispersos alrededor
Sujetó en la correa sus pistolas
Cuánto tiempo podría resistir?

Sus hombres y sus camaradas
No se podían localizar
En silencio allí esperaba
Que el tiempo y el espacio sobrevengan.

El corredor era angosto
Todo en tinieblas
Veía todo tipo de dolor
Escuchaba voces en todas partes.

Las campanas de las alarmas sonaban
Para defenderse del oleaje
Amigos y amantes se aferraban
Uno al lado del otro.

Madres y sus hijas
Bajaban por las escaleras
Saltaron dentro de aguas heladas
Sus oraciones eran de amor y pesar.

El hombre rico, el Sr. Astor
Besó a su querida esposa
No tenía cómo saber
Que sería el último viaje de su vida.

Calvin, Blake y Wilson
Jugaban naipes en la oscuridad
Ninguno de ellos viviría
Para contar la historia del desembarco.

Un hermano se sublevaba contra el otro
En toda circunstancia
Peleaban y se masacraban uno al otro
En una danza mortal.

Bajaron los botes salvavidas
Del buque que naufragaba
Habían traidores, habían renegados
Espaldas rotas y cuellos rotos.

El obispo dejó su camarote
Para ayudar a los necesitados
Volvió sus ojos hacia los cielos
Diciendo, “debes tener piedad de los pobres.”

Davey el guardián del prostíbulo
Salió, despidió a sus chicas
Notó que el agua se hacía más profunda
Comprendió como cambiaba su mundo.

Jim Dandy sonrió
Nunca había aprendido a nadar
Observó al pequeño niño lisiado
Y le cedió su asiento.

Vio brillar la luz de las estrellas
Brotar desde el este
La muerte estaba en el alboroto
Pero su corazón estaba en paz ahora.

Aseguraron las escotillas
Pero las escotillas no aguantaban
Se ahogaron sobre la escalera
De bronce y oro pulido.

Leo le dijo a Cleo,
“Creo que me estoy volviendo loco.”
Pero ya ello había sucedido
Cualquiera fuera la locura que tenía.

Intentó bloquear la puerta
Para salvar la vida de otros
Sangre de una herida abierta
Se vertía por su brazo.

Los pétalos cayeron de las flores
Hasta que todas ellas murieron
En las largas y horrorosas horas
La maldición del brujo se manifestó.

El hostelero servía brandy
Iba despacio
Se quedó justo hasta el final
Fue el último en irse.

Habían muchos, muchos otros
Anónimos de aquí a la eternidad
Que nunca habían navegado por el océano
Ni habían dejado sus hogares antes.

El vigilante yacía soñando
El daño se había consumado
Soñaba que el Titanic se hundía
E intentó avisar a alguien.

El capitán, apenas respirando
Arrodillado junto al timón
Sobre de él y debajo de él
Cincuenta mil toneladas de acero.

Buscó su brújula
Y miró su cara
La aguja apuntaba hacia abajo
Sabía que había perdido la carrera.

En las tinieblas
Recordó años pasados
Leyó el Libro de la Revelación
Y llenó su copa con lágrimas.

Cuando la tarea de la parca terminó
Mil seiscientos habían fallecido
Los buenos, los malos, los ricos, los pobres
Los más lindos y los mejores.

Los esperaban en el desembarco
Y trataron de entender
Pero no hay lógica
Del juicio de la mano de Dios.

La noticias corrieron por los cables
Y golpearon con fuerza mortal
El amor había perdido su fuego
Todo sucedió tal como estuvo escrito.

El vigilante yace soñando
En todo lo que pudo ser
Soñaba que el Titanic se hundía
En las profundidades.

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