SIETE MALDICIONES (SEVEN CURSES)
El viejo Reilly robó un semental
Pero lo atraparon y lo trajeron
Para dejarlo en el suelo de la prisión
Con una cadena de hierro alrededor de su cuello.
La hija del viejo Reilly recibió un mensaje
Que su padre iba a ser ahorcado
Viajó durante la noche y llegó por la mañana
Con oro y plata en su mano.
Cuando el juez vio a la hija de Reilly
Sus viejos ojos se ensancharon en su cabeza
Y dijo, “El oro nunca liberará a tu padre
El precio, querida mía, es nada más que tú”.
“Oh, es como si ya estuviese muerto”, gritó Reilly
“Sólo es a ti a quien desea
Y se me pondrá la piel de gallina si se atreve a tocarte
Pues sube a tu caballo y vete muy lejos”.
“Oh padre seguro que morirás
Si dejo de intentar
Pagaré el precio y no haré caso a tu consejo
Así que me quedaré”.
Las sombras de la horca estremecen la tarde
En la noche un perro sabueso aullaba
En la noche los suelos crujían
En la noche el precio fue pagado.
A la mañana siguiente ella había despertado
Para saber que juez nunca había hablado
Vio esa rama colgante encorvarse
Vio el cuerpo de su padre roto.
Estas son las siete maldiciones para un juez cruel:
Que un doctor no lo salvará
Que dos curanderos no lo curarán
Que tres ojos no lo verán.
Que cuatro oídos no lo oirán
Que cinco paredes no lo ocultarán
Que seis enterradores no lo sepultarán
Y que siete muertes nunca lo matarán.
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