(...) una escalofriante balada narrativa cargada con un sentimiento medieval de pecado, muerte, sexualidad ilícita y poder satánico. Cantada en un susurro áspero y atormentado, la canción cuenta de una mujer que abandona a su hombre por un extraño demoníaco, desencadenando una serie de reflexiones acerca de la naturaleza de la conciencia, de la fe religiosa y del compromiso emocional. (Revista Rolling Stone)
EL HOMBRE CON EL LARGO ABRIGO NEGRO (MAN IN THE LONG BLACK COAT)
Los grillos cantan, el agua está alta
Hay un suave vestido de algodón en el cordel secando
La ventana abierta, árboles africanos
Doblados hacia atrás por el soplo de un huracán.
Ni una palabra de despedida, ni siquiera una nota
Se fue con el hombre
Con el largo abrigo negro.
Alguien lo vio dando vueltas por ahí
Por el viejo salón de baile en las afueras del pueblo
Él la miró a los ojos cuando lo detuvo para preguntar
Si quería bailar, tenía el rostro como una máscara.
Alguien repitió un pasaje bíblico que citó
Había polvo sobre el hombre
Con el largo abrigo negro.
El predicador hablaba, daba un sermón
Decía que la conciencia de todo hombre es vil y depravada
No puedes depender de ella como guía
Cuando eres tú quien debe mantenerla satisfecha.
No es fácil de tragar, se te atasca en la garganta
Ella entregó su corazón al hombre
Con el largo abrigo negro.
No hay errores en la vida, dicen algunos
Es cierto que a veces puedes verlo de esa manera
Pero la gente no vive o muere, la gente simplemente flota
Ella se fue con el hombre
Con el largo abrigo negro.
Hay humo sobre el agua, ha estado ahí desde junio
Troncos de árboles desarraigados, debajo de la alta luna creciente
Siente el pulso y la vibración y la fuerza atronadora
Alguien está allá afuera golpeando a un caballo muerto.
Ella nunca dijo nada, tampoco escribió nada
Se fue con el hombre
Con el largo abrigo negro.
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